Mostrando entradas con la etiqueta necesidades del sueño. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta necesidades del sueño. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de febrero de 2012

El sueño durante la infancia y adolescencia

- Recién nacido: En un neonato o recién nacido, durante el primer mes de vida, el bebé duerme unas 18 horas que se interrumpen debido al hambre o a la incomodidad. El reloj biológico aún no está adaptado y no diferencia entre la noche y el día. Se trata de un sueño sensible a los cambios de temperatura o el ruido, hay más sueño activo o en fase REM que sueño tranquilo (NREM).

- Lactante: Los pequeños que están entre el mes de vida y los 18 meses, duermen la mayoría de sus horas durante la noche. Hasta los cuatro o seis meses duermen de 14 a 15 horas al día pero a medida que van creciendo van disminuyendo estas horas de sueño. A partir del año el patrón de los ciclos de sueño REM y NREM es similar al adulto. Esta etapa es muy importante en lo que respecta a los hábitos de sueño, se recomienda a los padres y cuidadores respetar los horarios biológicos de los niños, manteniendo sus horarios establecidos para dormir por la tarde y noche.
- Preescolares: Se consideran preescolares a los niños de 19 meses a 5 años. Durante esta etapa de la vida se duerme aproximadamente de nueve a diez horas, incluyendo la siesta.
- Escolares: Los niños de 6 años a 12 ya tienen establecido el horario de su reloj biológico y saben protegerse de los estímulos del exterior que pueden afectar su sueño. Son habituales en esta etapa las pesadillas y los terrores nocturnos. Hay que exigirle al niño las actividades que pueda asumir en función de su energía, en muchos casos durante esta etapa, aún necesitan nueve horas de sueño o diez.
- Adolescentes: De los 12 años a los 18 se produce de modo distinto en el cuerpo del adolescente una hormona llamada melatonina, que responde a los cambios de iluminación e induce el sueño. Durante esta etapa es posible que los niveles de esta hormona sean elevados, en los momentos en los que se debería estar despierto, y que desciendan durante la noche. Es un desajuste que puede ocasionar problemas de conducta, fracaso escolar y disminución de la atención. Se considera que en la adolescencia es necesario dormir entre nueve horas y nueve y media para tener un buen rendimiento y favorecer el equilibrio emocional.