- Recién nacido: En un neonato o recién nacido, durante el primer mes de vida, el bebé duerme unas 18 horas que se interrumpen debido al hambre o a la incomodidad. El reloj biológico aún no está adaptado y no diferencia entre la noche y el día. Se trata de un sueño sensible a los cambios de temperatura o el ruido, hay más sueño activo o en fase REM que sueño tranquilo (NREM).

- Preescolares: Se consideran preescolares a los niños de 19 meses a 5 años. Durante esta etapa de la vida se duerme aproximadamente de nueve a diez horas, incluyendo la siesta.
- Escolares: Los niños de 6 años a 12 ya tienen establecido el horario de su reloj biológico y saben protegerse de los estímulos del exterior que pueden afectar su sueño. Son habituales en esta etapa las pesadillas y los terrores nocturnos. Hay que exigirle al niño las actividades que pueda asumir en función de su energía, en muchos casos durante esta etapa, aún necesitan nueve horas de sueño o diez.
- Adolescentes: De los 12 años a los 18 se produce de modo distinto en el cuerpo del adolescente una hormona llamada melatonina, que responde a los cambios de iluminación e induce el sueño. Durante esta etapa es posible que los niveles de esta hormona sean elevados, en los momentos en los que se debería estar despierto, y que desciendan durante la noche. Es un desajuste que puede ocasionar problemas de conducta, fracaso escolar y disminución de la atención. Se considera que en la adolescencia es necesario dormir entre nueve horas y nueve y media para tener un buen rendimiento y favorecer el equilibrio emocional.